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Por lo que sabemos, nuestros antepasados Homo sapiens Hace sólo 9.500 años que se empezó a domesticar a los pollos. Ahora, las investigaciones sugieren que mucho antes de eso podríamos haber domesticado a una de las aves más mortíferas que se conocen hoy en día, el casuario.
Pueden alcanzar hasta 1,80 de altura, con garras de hasta 10 centímetros de largo, los casuarios son una unidad en el mundo de las aves. Aunque los ataques a los humanos son raros, no son nulos. En 2019, por ejemplo, el propietario de una granja en Florida acabó muriendo por el ataque de una de estas aves.
Su tamaño y su potencial de violencia hacen del casuario una de las aves más mortíferas que se conocen. Sin embargo, lejos de Florida, los casuarios son nativos de Australia y Nueva Guinea, donde han vivido durante muchos millones de años.
Resulta que ahora, en un artículo publicado en PNAS, los investigadores informan de la sospecha de que los humanos creaban casuares hace 18.000 años, a finales del Pleistoceno, mucho antes de que nos convirtiéramos en una civilización agrícola.
Imagen: Anja Schröder / Pixabay
Según la investigación, disponible en la revista PNAS, los investigadores encontraron más de 1.000 fragmentos de huevos de casuario en antiguos asentamientos humanos de Nueva Guinea. Según la datación por carbono, los huevos tenían en general entre 6.000 y 18.000 años de antigüedad.
Con la ayuda de varios programas informáticos, el equipo fue capaz de trazar patrones para los restos de cáscaras de huevo. "Usamos este enfoque para ver si había o no un patrón en términos de cuándo la gente estaba recogiendo los huevos del capullo", dice la autora Kristina Douglass a Live Science. "Y encontramos que hay un patrón y que la gente estaba recogiendo preferentemente los huevos en las últimas etapas de ladesarrollo".
La razón para arriesgarse con las aves más mortíferas del mundo
En Filipinas y Nueva Guinea, el balut es un alimento tradicional. Este plato consiste en el huevo (normalmente de pato) cocinado en las últimas fases de desarrollo del embrión, es decir, el polluelo está dentro del huevo para su consumo.
Una de las hipótesis es que nuestros antepasados preparaban una especie de balut con huevos de una de las aves más mortíferas de su ecosistema, ya que algunos de los fragmentos de huevo tenían marcas de quemaduras, lo que indicaba que alguien podría haberlos horneado.
Sin embargo, existe otra idea: resulta que los casuarios se adhieren al primer individuo que ven al nacer, al igual que los gansos. En otras palabras, los antiguos sapiens podían criar casuarios a partir de huevos, ya que estos animales serían más dóciles.

Imagen: S. Nagel / Pixabay
Sin embargo, de un modo u otro, acabarían convirtiéndose en alimento, o en una fuente de plumas para la ropa y los rituales.
Esto se debe a que, como hemos dicho, los casuarios son violentos y mortales, sobre todo cuando alguien se mete en sus nidos. Además, el macho suele ocuparse de los huevos durante los 50 días de incubación, y el nido está escondido entre hojas y ramas.
Existe la posibilidad de que nuestros antepasados criaran una subespecie más pequeña de casuar, que no suele superar los 20 kg. Aun así, el riesgo es alto, a pesar del gran beneficio energético de la comida.